31 años de acontecer histórico del Núcleo, donde facilitadores, participantes activos y egresados, personal administrativo y obreros, todos con nuestras diferencias y semejanzas somos actores activos en la construcción colectiva de esta “nuestra universidad”, que nos ha dado la satisfacción de formar parte de los pasajes de su vida, cuya luz se encendió, en estas tierras llaneras, un 24 de mayo de 1976.
La Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, Núcleo Araure, en su evolución histórica ha transitado por diferentes espacios físicos de la Villa de Araure, y poco a poco se fue enraizado en el colectivo portugueseño extendiendo sus brazos hacia estados circunvecinos.
Creada en la década de los años 70, en un contexto donde el movimiento de educación popular tuvo su mayor auge en Latinoamérica. Surge como parte de una propuesta política de una cultura democrática y de expansión de la educación Superior hacia los diferentes rincones del país, de la mano de su Primer Rector y Presidente, el Dr. Felix Adam, quien creó la Universidad con el fin de recuperar y consolidar en ella el ideario de su éponimo, ese gran maestro SIMÓN RODRÍGUEZ, hacia una educación popular, innovadora, una educación para todos, como él la llamó “un modelo universitario operacional venezolano”
Una Universidad de apertura a la mayoría, sin distingo de clases sociales, es decir, muy en consonancia con los preceptos educacionales propuesto por Simón Rodríguez, cuando en su época se planteó una educación para todos incluyendo indios, negros, mestizos y pardos, a quienes considero “víctimas del viejo orden colonial”. El carácter revolucionario de este llamado realizado por Simón Rodríguez representó un reto para los grupos poderosos del momento.
Una propuesta educativa que extrapolada a la Venezuela de los años 1970-1980, décadas durante la cual se creó la Universidad Simón Rodríguez, también significó como lo señalo Felix Adam “ un reto al tradicionalismo pedagógico universitario “ y me atrevo a aseverar un desafió a la élite dominante del país, porque una institución guiada por el ideario rodriguiano supone mover los cimientos sobre los que descansaba la educación superior en Venezuela e ir hacia la superación de lo que Paulo Freire llamó “la educación bancaria” predominante en los espacios académicos universitarios, una educación excluyente, de tipo autoritaria, centrada en el profesor y en la pasividad del alumno.
Con la universidad Simón Rodríguez una educación diferente se planteaba, donde Los roles de los actores educativos pasan ha ser también diferentes, el docente: FACILITADOR y los alumnos: PARTICIPANTES, basado en el principio andragógico de la horizontalidad y la participación. HE AQUÍ LA ESENCIA DE SU ORIGEN.
Hoy, en su sede ubicada en la Av. 13 de junio, conocida por todos como Av. Las Lagrimas, que sin poseer las características de una ciudad universitaria ni algo que se le asemeje, es nuestra grandiosa “alma mater”, rodeada de comunidades humildes: La Romana, San Pablo, San Francisco, El Túmulo, (Municipio Araure) Reja de Guanare, barrio EL Limoncito, América., (Municipio Páez-Acarigua)
En su interior como parte viva de su historia una mata de aguacate, y cuatro (04) frondosos árboles de mangos, nutridos de frutos, y como lo señala nuestro poeta Igor Barreto “el árbol de mango es inmortal y no necesita de lo humano”, pero en nuestro Núcleo representa lo más preciado que nos dio la naturaleza y están impregnados de mucho calor humano, en una relación dialéctica con otro inmortal “el conocimiento”.
Árboles que son mudos observadores de lo que día a día nos acontece pero con el orgullo y privilegio de haber nacido y crecido para cosechar sus frutos y compartir las luces del conocimiento que emanan de este “mundo universitario”; cobijando bajo su frondosa sombra a nuestros participantes, y a la comunidad universitaria en general, y a nuestros amigos visitantes, hasta el punto de fungir como salón de clase, lugar de estudio, de reunión, de discusiones, y como olvidar que en más de una oportunidad esos suculentos mangos sirvieron de almuerzo o cena a ese participante que viniendo de lejos se tienen que quedar en el Núcleo para continuar su jornada académica en horas de la tarde y parte de la noche.
Árboles que nos guían al vaivén y crujir de sus ramas, en ese desplazar avidoso entre ambientes de clase, pasillos, biblioteca, el aula virtual, sala de lectura y el cafetín, en búsqueda de los conocimientos y en ese departir diario de la vida universitaria, que marca el futuro del accionar profesional de la población estudiantil que con sus ilusiones, sueños, alegrías, tristezas, coincidencias, diferencias, y expresada organizativamente en diferentes movimientos estudiantiles: Full, Vencer, grupos deportivos y culturales, son el fruto de la patria y la razón de ser del Núcleo Araure.
Pero, si bien su transitar histórico continuó, la concepción originaria para lo que fue creada la Universidad se fue desdibujando en el transcurrir de los años, un proyecto que lógicamente no podía consolidarse porque no representaba los intereses políticos de la clase dominante del país.
Ese fue una de las amenazas que Felix Adam vislumbro y lo dijo: “es probable que las estructuras mismas del sistema educativo obstaculicen indirectamente, inconscientemente o quizás deliberadamente, su madurez para afrontar sus responsabilidades de aprendizaje en la vida universitaria”
A partir de los años 90 se puede afirmar que La Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez quedó atrapada entre las redes de la estructura organizativa tradicional de la educación superior, administrativa y presupuestariamente, con pensum de estudios, y contenidos programáticos descontextualizados, políticas excluyentes de cupos y regido por la concepción positivista de la educación, con estrategias tan innovadoras sutilmente aplicadas en la mayoría de los casos. Alejándose del papel libertario y emancipador de la educación punto neurálgico del pensamiento de nuestro Simón Rodríguez.
Una estructura que por su naturaleza limita al Núcleo dar respuesta satisfactoria a la creciente demanda de cupos y hace que se coarten los sueños de cientos de jóvenes bachilleres que seleccionan en sus opciones del CNU a esta Casa de Estudios, así como a los maestros en servicios que en cada proceso de inscripción tocan nuestra puerta con la esperanza de hacer patria como profesionales universitarios
Sin embargo, en medio de las contradicciones, la lucha entre las fuerzas internas y externas por delinear el accionar educativo de la universidad, y dentro de sus limitaciones, mantiene presencia activa en el escenario universitario del Estado Portuguesa, conservando en su devenir histórico las estrategias de aprendizaje independientes: estudios continuos, estudios supervisados y estudios libres. Estrategias innovadoras y transformadoras de la praxis docente, que induce a una nueva cultura en la enseñanza y de una nueva orientación del aprendizaje e institucionalizando los roles de facilitador y participante, referente simbólico que le ha dado identidad propia a la Universidad.
El Núcleo Araure, en los últimos 10 años ha ganado un prestigio y reconocimiento por los diferentes entes públicos y privados del Estado Portuguesa y de la región centro-occidental, pasando a ocupar un espacio relevante en el mundo universitario de la localidad y ser referente de honor de una gran mayoría de los estudiantes que egresan de bachillerato y aspiran continuar estudios de cuarto nivel.
La Universidad Simón Rodríguez en la actualidad tiene el reto de recuperar la razón de su creación y reivindicar sus premisas, muy en correspondencia donde los estudiantes asuman como persona adulta “la responsabilidad de conducir su aprendizaje”; una educación vivencial, participativa, educación extramuros, acreditar la experiencia, profundizando la relación con el contexto social y laboral, aplicación de sus modalidades de aprendizaje.
He aquí una reflexión sobre nuestro papel como facilitador que se sintetiza en un extracto de una CARTA DE SIMON BOLIVAR dirigida A SU MAESTRO, AL PISAR ÉSTE EL SUELO DE COLOMBIA, DE REGRESO DE EUROPA EN 1823:
Usted, maestro mío, ¡Con qué avidez habrá usted seguido mis pasos, dirigidos muy anticipadamente por usted mismo! Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que usted me señaló. Usted fue mi piloto,......En fin, usted ha visto mi conducta; usted ha visto mis pensamientos escritos, mi alma pintada en el papel, y no habrá dejado de decirse: "¡Todo esto es mío! Yo sembré esta planta; yo la enderecé cuando tierna: ahora, robusta, fuerte y fructífera, he ahí sus frutos; ellos son míos: yo voy a saborearlos en el jardín que planté: voy a gozar a la sombra de sus brazos amigos; porque mi derecho es imprescriptible, privado a todo.
Una demostración de cómo El Libertador testimoniaba así su amor, gratitud y reconocimiento por la gran labor que de él hizo su maestro y confidente Don Simón Rodríguez.
La Venezuela de hoy nos plantea a nosotros los facilitadores el desafío de acercarnos a este ideal formativo, inculcando al participante su amor por la libertad, por a justicia, formándolos para lo grande, para lo hermoso, ser sus pilotos, los facilitadores de su futuro.
Tenemos que profundizar en el pensamiento de Simón Rodríguez para aplicar en el real sentido de su término la consigna “Inventamos o erramos”.
La Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, Núcleo Araure, en su evolución histórica ha transitado por diferentes espacios físicos de la Villa de Araure, y poco a poco se fue enraizado en el colectivo portugueseño extendiendo sus brazos hacia estados circunvecinos.
Creada en la década de los años 70, en un contexto donde el movimiento de educación popular tuvo su mayor auge en Latinoamérica. Surge como parte de una propuesta política de una cultura democrática y de expansión de la educación Superior hacia los diferentes rincones del país, de la mano de su Primer Rector y Presidente, el Dr. Felix Adam, quien creó la Universidad con el fin de recuperar y consolidar en ella el ideario de su éponimo, ese gran maestro SIMÓN RODRÍGUEZ, hacia una educación popular, innovadora, una educación para todos, como él la llamó “un modelo universitario operacional venezolano”
Una Universidad de apertura a la mayoría, sin distingo de clases sociales, es decir, muy en consonancia con los preceptos educacionales propuesto por Simón Rodríguez, cuando en su época se planteó una educación para todos incluyendo indios, negros, mestizos y pardos, a quienes considero “víctimas del viejo orden colonial”. El carácter revolucionario de este llamado realizado por Simón Rodríguez representó un reto para los grupos poderosos del momento.
Una propuesta educativa que extrapolada a la Venezuela de los años 1970-1980, décadas durante la cual se creó la Universidad Simón Rodríguez, también significó como lo señalo Felix Adam “ un reto al tradicionalismo pedagógico universitario “ y me atrevo a aseverar un desafió a la élite dominante del país, porque una institución guiada por el ideario rodriguiano supone mover los cimientos sobre los que descansaba la educación superior en Venezuela e ir hacia la superación de lo que Paulo Freire llamó “la educación bancaria” predominante en los espacios académicos universitarios, una educación excluyente, de tipo autoritaria, centrada en el profesor y en la pasividad del alumno.
Con la universidad Simón Rodríguez una educación diferente se planteaba, donde Los roles de los actores educativos pasan ha ser también diferentes, el docente: FACILITADOR y los alumnos: PARTICIPANTES, basado en el principio andragógico de la horizontalidad y la participación. HE AQUÍ LA ESENCIA DE SU ORIGEN.
Hoy, en su sede ubicada en la Av. 13 de junio, conocida por todos como Av. Las Lagrimas, que sin poseer las características de una ciudad universitaria ni algo que se le asemeje, es nuestra grandiosa “alma mater”, rodeada de comunidades humildes: La Romana, San Pablo, San Francisco, El Túmulo, (Municipio Araure) Reja de Guanare, barrio EL Limoncito, América., (Municipio Páez-Acarigua)
En su interior como parte viva de su historia una mata de aguacate, y cuatro (04) frondosos árboles de mangos, nutridos de frutos, y como lo señala nuestro poeta Igor Barreto “el árbol de mango es inmortal y no necesita de lo humano”, pero en nuestro Núcleo representa lo más preciado que nos dio la naturaleza y están impregnados de mucho calor humano, en una relación dialéctica con otro inmortal “el conocimiento”.
Árboles que son mudos observadores de lo que día a día nos acontece pero con el orgullo y privilegio de haber nacido y crecido para cosechar sus frutos y compartir las luces del conocimiento que emanan de este “mundo universitario”; cobijando bajo su frondosa sombra a nuestros participantes, y a la comunidad universitaria en general, y a nuestros amigos visitantes, hasta el punto de fungir como salón de clase, lugar de estudio, de reunión, de discusiones, y como olvidar que en más de una oportunidad esos suculentos mangos sirvieron de almuerzo o cena a ese participante que viniendo de lejos se tienen que quedar en el Núcleo para continuar su jornada académica en horas de la tarde y parte de la noche.
Árboles que nos guían al vaivén y crujir de sus ramas, en ese desplazar avidoso entre ambientes de clase, pasillos, biblioteca, el aula virtual, sala de lectura y el cafetín, en búsqueda de los conocimientos y en ese departir diario de la vida universitaria, que marca el futuro del accionar profesional de la población estudiantil que con sus ilusiones, sueños, alegrías, tristezas, coincidencias, diferencias, y expresada organizativamente en diferentes movimientos estudiantiles: Full, Vencer, grupos deportivos y culturales, son el fruto de la patria y la razón de ser del Núcleo Araure.
Pero, si bien su transitar histórico continuó, la concepción originaria para lo que fue creada la Universidad se fue desdibujando en el transcurrir de los años, un proyecto que lógicamente no podía consolidarse porque no representaba los intereses políticos de la clase dominante del país.
Ese fue una de las amenazas que Felix Adam vislumbro y lo dijo: “es probable que las estructuras mismas del sistema educativo obstaculicen indirectamente, inconscientemente o quizás deliberadamente, su madurez para afrontar sus responsabilidades de aprendizaje en la vida universitaria”
A partir de los años 90 se puede afirmar que La Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez quedó atrapada entre las redes de la estructura organizativa tradicional de la educación superior, administrativa y presupuestariamente, con pensum de estudios, y contenidos programáticos descontextualizados, políticas excluyentes de cupos y regido por la concepción positivista de la educación, con estrategias tan innovadoras sutilmente aplicadas en la mayoría de los casos. Alejándose del papel libertario y emancipador de la educación punto neurálgico del pensamiento de nuestro Simón Rodríguez.
Una estructura que por su naturaleza limita al Núcleo dar respuesta satisfactoria a la creciente demanda de cupos y hace que se coarten los sueños de cientos de jóvenes bachilleres que seleccionan en sus opciones del CNU a esta Casa de Estudios, así como a los maestros en servicios que en cada proceso de inscripción tocan nuestra puerta con la esperanza de hacer patria como profesionales universitarios
Sin embargo, en medio de las contradicciones, la lucha entre las fuerzas internas y externas por delinear el accionar educativo de la universidad, y dentro de sus limitaciones, mantiene presencia activa en el escenario universitario del Estado Portuguesa, conservando en su devenir histórico las estrategias de aprendizaje independientes: estudios continuos, estudios supervisados y estudios libres. Estrategias innovadoras y transformadoras de la praxis docente, que induce a una nueva cultura en la enseñanza y de una nueva orientación del aprendizaje e institucionalizando los roles de facilitador y participante, referente simbólico que le ha dado identidad propia a la Universidad.
El Núcleo Araure, en los últimos 10 años ha ganado un prestigio y reconocimiento por los diferentes entes públicos y privados del Estado Portuguesa y de la región centro-occidental, pasando a ocupar un espacio relevante en el mundo universitario de la localidad y ser referente de honor de una gran mayoría de los estudiantes que egresan de bachillerato y aspiran continuar estudios de cuarto nivel.
La Universidad Simón Rodríguez en la actualidad tiene el reto de recuperar la razón de su creación y reivindicar sus premisas, muy en correspondencia donde los estudiantes asuman como persona adulta “la responsabilidad de conducir su aprendizaje”; una educación vivencial, participativa, educación extramuros, acreditar la experiencia, profundizando la relación con el contexto social y laboral, aplicación de sus modalidades de aprendizaje.
He aquí una reflexión sobre nuestro papel como facilitador que se sintetiza en un extracto de una CARTA DE SIMON BOLIVAR dirigida A SU MAESTRO, AL PISAR ÉSTE EL SUELO DE COLOMBIA, DE REGRESO DE EUROPA EN 1823:
Usted, maestro mío, ¡Con qué avidez habrá usted seguido mis pasos, dirigidos muy anticipadamente por usted mismo! Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que usted me señaló. Usted fue mi piloto,......En fin, usted ha visto mi conducta; usted ha visto mis pensamientos escritos, mi alma pintada en el papel, y no habrá dejado de decirse: "¡Todo esto es mío! Yo sembré esta planta; yo la enderecé cuando tierna: ahora, robusta, fuerte y fructífera, he ahí sus frutos; ellos son míos: yo voy a saborearlos en el jardín que planté: voy a gozar a la sombra de sus brazos amigos; porque mi derecho es imprescriptible, privado a todo.
Una demostración de cómo El Libertador testimoniaba así su amor, gratitud y reconocimiento por la gran labor que de él hizo su maestro y confidente Don Simón Rodríguez.
La Venezuela de hoy nos plantea a nosotros los facilitadores el desafío de acercarnos a este ideal formativo, inculcando al participante su amor por la libertad, por a justicia, formándolos para lo grande, para lo hermoso, ser sus pilotos, los facilitadores de su futuro.
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